Mi nombre es Olga Rìmini. Nací en Argentina, en 1955, en el cálido abrazo de un hogar donde el amor y la luz eran el lenguaje cotidiano.
Mis padres —seres de alma luminosa— me envolvieron desde pequeña con dulzura, sabiduría y el susurro constante de ángeles y guías que acompañaban mi despertar espiritual.
Mi formación profesional fue en informática, pero mi verdadera vocación —la que late en cada fibra de mi ser— ha sido siempre acompañar almas en su camino de conciencia, de despertar, de reencuentro con su esencia sagrada. Soy mamá de tres mujeres maravillosas que honran la vida con su ser, y también soy abuela de dos nietas que llenan mi universo de magia y esperanza.
Cuando a las niñas de mi edad les contaban cuentos de princesas y castillos, mis padres me hablaban de ángeles, de seres de luz, de guías amorosos que caminan a nuestro lado en silencio, sosteniéndonos en cada paso. Me enseñaron que la alquimia sanadora habita dentro nuestro, que el verdadero poder de transformación y plenitud se encuentra en el alma.
Crecí con la certeza —profunda y vibrante— de que la vida es una gran escuela de amor, un espacio sagrado donde regresamos las veces que sean necesarias para aprender, para evolucionar, para recordar quiénes somos en esencia. Supe desde niña que elegí a mis padres antes de nacer, porque ellos serían los maestros perfectos para este viaje de aprendizaje. Una de mis hijas, incluso, conserva viva la memoria de haberme elegido como su madre, y esa certeza bendice mi corazón.
No fui bautizada bajo ninguna religión. Mis padres, con inmensa sabiduría y respeto, decidieron darme la libertad de elegir mi propio camino espiritual cuando fuera mayor. Me enseñaron, en cambio, a creer en lo infinito, en lo sagrado que habita en todo, en ese universo vasto y generoso que nos rodea; a confiar en una energía divina que no castiga ni juzga, sino que abraza, sostiene y guía con infinita compasión.
Desde hace más muchisimos años camino al servicio de la Luz, con el alma abierta y las manos extendidas para acompañar a quienes deseen despertar, sanar, recordar su poder interior y vivir con conciencia plena.
Este espacio que hoy comparto contigo nace de mi corazón. Es mi manera de sembrar amor, luz y esperanza en este hermoso viaje que es la vida.
Crecí con una oración que
escuchaba de pequeña y aun me inspira
Tened por templo el Universo
Por altar vuestros corazones
Por imagen a Dios
Por sacerdote vuestra
conciencia