¿Qué estoy evitando sentir?
¿Alguna vez te has sentido raro, como si algo no estuviera bien, pero no pudieras identificar exactamente qué? Te levantas, cumples con tus tareas, sonríes donde hay que sonreír… pero dentro, hay un leve ruido de fondo, como una vibración emocional que no termina de calmarse.
¿Y si eso que estás sintiendo, es justamente lo que estás evitando?
Hoy te invito a un viaje distinto. No uno hacia afuera. Sino hacia adentro.
Porque detrás de esa incomodidad que llevas días —o años— cargando, puede estar la emoción que no te estás permitiendo sentir.
Y sentirlo todo es el primer paso hacia la verdadera sanación.
🔍 El precio de evitar lo que sentimos
Vivimos en una cultura que glorifica el “estar bien”.
Y si no estás bien, al menos finge que lo estás. ¿Te suena?
Pero evitar sentir no es lo mismo que sanar.
De hecho, es una forma elegante de autoabandono emocional.
Negar una emoción, reprimir un pensamiento incómodo o tapar una tristeza con mil distracciones, es como meter polvo bajo la alfombra. Tarde o temprano, vas a tropezar con el bulto.
💥 ¿Y entonces qué?
Te sientes cansado sin saber por qué. Estás irritable sin motivo aparente. Te distraes con cualquier cosa, pero el vacío sigue ahí. Porque las emociones no desaparecen… solo se esconden. Y mientras no las mires, ellas encuentran formas muy creativas de hacerse notar: insomnio, ansiedad, apatía, relaciones que se repiten con el mismo guion...
🌿 ¿Qué emoción estás ignorando?
Pausa un segundo. Cierra los ojos si quieres.
Hazte esta pregunta, no desde la mente, sino desde el cuerpo:
¿Qué estoy evitando sentir?
Tal vez estás esquivando una tristeza antigua, esa que llevas postergando desde una pérdida que nunca lloraste del todo.
O puede que haya enojo, del legítimo, ese que nace cuando tus límites fueron cruzados una vez tras otra.
Quizá es miedo, miedo de tomar una decisión, de cambiar de camino, de soltar lo conocido.
No importa cuál sea… hay algo que quiere ser escuchado.
Y aquí viene lo más importante:
Sentir no te va a destruir. Reprimir, sí.
✨ ¿Y si le dieras espacio a esa emoción...?
Imagínate esto:
Te detienes. Respiras. Te permites sentir esa emoción incómoda. No tratas de cambiarla, ni de analizarla con la mente. Solo la sientes.
Y ahí sucede algo mágico: la emoción, que parecía tan inmensa, empieza a transformarse. Porque las emociones no son enemigos, son mensajeros.
¿Qué pasaría si en vez de huirles, las escuchamos?
Tu tristeza puede estar diciéndote que necesitas más conexión.
Tu enojo, que es hora de poner límites.
Tu miedo, que estás por cruzar un umbral importante.
Y cuando las escuchas, cuando las honras, algo dentro de ti se relaja. La energía empieza a fluir. Porque sentir es moverse, es vivir, es estar presente con lo que es.
💬 No es debilidad, es valentía emocional
En un mundo que nos enseñó a anestesiarnos, sentir es un acto revolucionario.
No tienes que tener todas las respuestas, no necesitas saber el “por qué” de todo lo que te pasa.
Solo necesitas estar ahí contigo. Con el corazón abierto y la presencia encendida.
✨ Eso es autocuidado real.
🌀 Y ahora, aquí viene lo curioso...
¿Qué pasaría si justo ahora, esa emoción que estás evitando… es la clave para dar un gran salto en tu camino espiritual?
Hay algo esperándote del otro lado de esa incomodidad.
Una versión tuya más auténtica, más alineada, más liviana.
Y si estás leyendo esto, no es casualidad.
Hay algo que tu alma quiere decirte.
¿Te vas a quedar en la superficie… o vas a escuchar el susurro?
Sentir no es el fin del mundo. Es el principio de tu mundo real.
Nos vemos ahí, en ese espacio sagrado donde te permites sentir todo lo que eres.
Si este artículo resonó contigo, guárdalo, compártelo o vuelve a él cuando lo necesites. A veces, una simple pregunta puede abrir la puerta a una gran transformación.
Y tú, ¿qué estás evitando sentir hoy?
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